Wednesday, May 11, 2016

Suficiente Fe

¡El Día de la Madre puede ser hermoso!  La mayoría de las personas se emocionan solo en pensar en el regalo con el que podemos sorprender a mamá.  Nos esforzamos para que sea un día donde ella se sienta especial, alegre y amada. 

Pero para otras personas es un día difícil.  Puede ser porque su ser querido ya no está con ellas, o porque tal vez nunca tuvieron la oportunidad de conocer a la mamá que les dio vida.

Para mí es difícil porque por años mi corazón ha anhelado ser mamá. No digo esto porque yo quiera un reconocimiento o para causar pena. Lo comparto porque es un duelo secreto y no es común en nuestra cultura hablar sobre este tema, pero comparto esto pensando en aquellas familias que sienten lo mismo que yo.

Es un duelo secreto por que no es algo que muchos entienden.  Cuando mencionas este duelo sobre la infertilidad de inmediato recibes miles de consejos sobre remedios naturales, caseros y milagrosos.  Muchos en la iglesia te “exhortan” por no tener suficiente fe o por no orar de la manera correcta por ese milagro. Y lo mas común, ya que no tienen qué más decir, es que te dicen: “Espera en el tiempo de Dios”. ¡Como si yo no supiera eso!

“¿Cuando vas a tener hijos?”. “Ya es hora de que tengas tus hijos, ¿no?”.  Estas son las preguntas  que escucho cada año y en cada baby shower, ¡y, tristemente, de las mismas personas!  He aprendido decir: “Gracias por su preocupación; ya que lo está, hable usted con Dios y a ver si a usted sí le responde”.  Créanme que estas preguntas y esos comentarios pueden causar mucho dolor, y más si los sigues escuchando de las mismas personas.

Gracias a Dios en la iglesia donde mi esposo y yo somos pastores, muchos han aprendido a ser más sensibles, o simplemente me hacen sentir que ellos están orando por nosotros.  Pero, siendo personas públicas, dondequiera que vamos las preguntas y los comentarios siempre están a punto de reventar.  Se les hace muy raro ver una pareja joven de pastores, casados por casi 9 años y sin hijos. Es triste que a veces nos hacen sentir inferiores porque no tenemos la experiencia de ser padres.

En una ocasión, en el año 2009 un hombre vino a visitar nuestra iglesia; ese hombre se adjudicaba el título de “profeta”.  Me preguntó por mis hijos y le comenté que hasta ese momento Dios no me había bendecido de esa manera.  Inmediatamente me dijo que él me profetizaba  que “a fines de ese año estaría embarazada”.  Le di las gracias y me dijo: “Sin fe no vas a quedar embarazada”. Yo le respondí que yo sí tenía fe, fe en Dios.  Es el 2016 y sigo teniendo fe.  Esa no fue la primera ni la última “profecía” que he recibido de personas que no me conocen y que me hacen sentir que yo tengo que tener fe en ellas para que se haga el milagro. 

Hace un tiempo mi esposo y yo estuvimos sirviendo en un trabajo misionero en la República Dominicana.  La pastora que nos atendió era un amor y nos recibió con los brazos abiertos. Con mucha sinceridad nos hizo la pregunta del millón (la de los hijos).  En uno de los cultos en su iglesia comenzó a proclamar que alguien en ese lugar estaba embarazada y que ella iba a orar por esa persona.  ¡Me alegré mucho por esa persona!  Pero de repente pasó lo que nunca he querido que me pase: ¡Me pidieron que pasara  al altar porque, por fe, yo era la embarazada!  No sabía qué hacer, y en lo más profundo de mí, me pregunté: “Pues ¿qué pierdo al tener esperanza en esa fe que están proclamando?”.  Fui al altar; en primer lugar por respeto, y también porque anhelaba que fuera cierto.  Otra parte de mi decía: “Anyra, cuida tu corazón”.  Dejé que oraran por mí, y por fe decidí guardar esa esperanza.  Pasó el tiempo y mi corazón fue lastimado una vez más.  Créanme, no nos falta la fe.

En un Día de la Madre vino a cantar a nuestra iglesia una cantante de mariachi.  Ella pidió que todas las mamás pasaran al frente.  Pues, obviamente, yo no soy mamá y no pasé.  Después la cantante comenzó a buscar entre las que estaban en el frente a la esposa del pastor.  Como no la encontraba preguntó: “Bueno, ¿dónde está la esposa del pastor?”. Todas me señalaron con pena, ¡y yo ahí sentada queriendo salir corriendo!  No sé que pasó, tal vez ella no es buena con las matemáticas, pero si las mamás ya estaban paradas y yo sentada, pues ¡tal vez eso quiere decir que no soy mamá!  Después me pidió que la acompañara y yo, por respeto y para no causar un escándalo, me levanté y pasé.  Ella me comenzó a cantar una canción para mamás y empezó a pedirles a las hermanas: “Vayan a darle un abrazo especial por que ella no solo es mamá pero también es esposa de pastor”.  ¡Trágame tierra!  Ahí enfrente de toda la iglesia fui humillada y lastimada.  Solo tenía malos pensamientos para esa mujer. ¿Cómo pudo humillarme de esa manera?

Quiero compartir solo una parte de tantas historias que he vivido para ayudarles entender un poquito de lo que pasamos.

También he pasado momentos hermosos donde aprendí mucho de personas que son sinceras y amorosas. 

Hace unos años estaba en Colombia con una tía de mi esposo; una mujer sabia y de gran fe.  Ella, con amor y sensibilidad, nos preguntó si teníamos planes de tener hijos.  Nosotros le explicamos que ese era un anhelo de nuestro corazón, y le compartimos del dolor que hemos vivido.  Le compartí que era muy difícil escuchar lo mismo de siempre: “Espera el tiempo de Dios”, como si eso fuera un premio de consolación.  ¡Y ella me sorprendió!  Me dijo con mucha convicción: “No, no esperes el tiempo de Dios”.  ¿Que qué me dijo? “No esperes el tiempo de Dios, tú DESCANSA en el tiempo de Dios”. Me quedé callada y me puse a considerar cuál era la diferencia.

Días después, durante mis oraciones y mi tiempo devocional, Dios me reveló qué quiso decir la tía con eso de “descansar en el tiempo de Dios”.  Dios, por medio de su Palabra y de la tía, me dejó entender que esperar y descansar son dos cosas diferentes.  Me imaginé en una alberca, relajada y flotando boca arriba.  Ese es uno de mis pasatiempos favoritos porque en esos momentos solo me dejo ir, sin preocupación ni ansiedad.  Así me quería Dios. Dios me enseñó que no era que yo no tenía “suficiente fe” sino que él me estaba invitando a descansar en su tiempo, su soberanía, su plan, su voluntad.

Esto no quiere decir que ya no me duele o que ya me rendí; al contrario sí me duele, especialmente cada vez que escucho la noticia de un embarazo, o en el Día de la Madre, o en el Día del Padre, o cuando veo a familias jugando con sus niños, o cuando algunos padres no cuidan a sus hijos o se quejan de ellos. Y más aún cuando veo a niños sin padres.  Pero Dios me invita a batallar con él, a llorar con él y a descansar en él.  No sé por qué, no entiendo por qué, pero de algo sí estoy segura: que Dios en su voluntad sí sabe por qué.  Y yo tengo fe en que Dios, en su soberanía, no nos ha permitido ser padres (por embarazo o adopción) hasta ahora porque él así lo ha planeado, y si esa es su voluntad yo descansaré en ella.

Por  último, les dejo unos consejos:
·      Lo mejor que pueden hacer por personas que sufren de infertilidad es ORAR.  Oren por personas con ese duelo pidiendo que Dios nos traiga descanso en su perfecta voluntad.
·      Si han conocido a la pareja por bastante tiempo no les pregunten a cada rato.
·      No nos digan que no tenemos fe o que no tenemos suficiente fe. Jesús dijo que si tuviéramos la fe del tamaño de un grano de mostaza podíamos mover montañas.
·      Si usted se considera profeta, y Dios le ha iluminado, pídale a Dios que sea él quien nos de la noticia de un embarazo, ya que por medio de Cristo tenemos acceso personal a Dios para recibir sus mensajes. 
·      Iglesia, consideren a las familias sin hijos cuando celebran el Día de la Madre o el Día del Padre; consideren su dolor y sean sensibles.  También consideren a las familias que solo fueron padres por un poco de tiempo y que sus hijos ahora están con Dios.
·      Cuidado con sus consejos, es mejor no darlos si no se los piden.
·       Tampoco sugieran que adopten solo por que usted tiene una conocida que quedó embarazada después de haber adoptado. Yo trabajé con familias en adopción, y de todas las que adoptaron por infertilidad tal vez el 1% quedó embarazada después. 
·      No hagan bromas en cuanto a “regalarme a sus hijos”. Los niños no son para regalar; el dar un hijo en adopción es una decisión muy dolorosa y debe ser una de las últimas opciones para madres o familias.
·      No todos deben adoptar y no todos pueden adoptar.  La adopción de un niño puede ser complicada, y debe ser un llamado de Dios. 
·      No me traten diferente o no me hagan sentir inferior; todos tenemos duelos, pero sigo siendo una persona normal, como usted.  Compartan sus alegrías, su noticias, su amor de familia; invítenme a sus baby showers, fiestas, etc. 
·      Tal vez no soy madre pero eso no me hace menos persona, ni menos capaz de servir a Dios en el ministerio.
·      Recuerden que la infertilidad causa un gran dolor, a veces duele más unos días que otros.
Mujer: si tienes suficiente fe, descansa en el tiempo de Dios.  Estoy orando contigo y por ti.