¡El Día
de la Madre puede ser hermoso! La mayoría
de las personas se emocionan solo en pensar en el regalo con el que podemos
sorprender a mamá. Nos esforzamos para
que sea un día donde ella se sienta especial, alegre y amada.
Pero para
otras personas es un día difícil. Puede
ser porque su ser querido ya no está con ellas, o porque tal vez nunca tuvieron
la oportunidad de conocer a la mamá que les dio vida.
Para mí
es difícil porque por años mi corazón ha anhelado ser mamá. No digo esto porque
yo quiera un reconocimiento o para causar pena. Lo comparto porque es un duelo secreto
y no es común en nuestra cultura hablar sobre este tema, pero comparto esto
pensando en aquellas familias que sienten lo mismo que yo.
Es un
duelo secreto por que no es algo que muchos entienden. Cuando mencionas este duelo sobre la
infertilidad de inmediato recibes miles de consejos sobre remedios naturales,
caseros y milagrosos. Muchos en la
iglesia te “exhortan” por no tener suficiente fe o por no orar de la manera
correcta por ese milagro. Y lo mas común, ya que no tienen qué más decir, es
que te dicen: “Espera en el tiempo de Dios”. ¡Como si yo no supiera eso!
“¿Cuando
vas a tener hijos?”. “Ya es hora de que tengas tus hijos, ¿no?”. Estas son las preguntas que escucho cada año y en cada baby shower, ¡y, tristemente, de las
mismas personas! He aprendido decir:
“Gracias por su preocupación; ya que lo está, hable usted con Dios y a ver si a
usted sí le responde”. Créanme que estas
preguntas y esos comentarios pueden causar mucho dolor, y más si los sigues
escuchando de las mismas personas.
Gracias
a Dios en la iglesia donde mi esposo y yo somos pastores, muchos han aprendido
a ser más sensibles, o simplemente me hacen sentir que ellos están orando por nosotros. Pero, siendo personas públicas, dondequiera
que vamos las preguntas y los comentarios siempre están a punto de
reventar. Se les hace muy raro ver una
pareja joven de pastores, casados por casi 9 años y sin hijos. Es triste que a
veces nos hacen sentir inferiores porque no tenemos la experiencia de ser
padres.
En una
ocasión, en el año 2009 un hombre vino a visitar nuestra iglesia; ese hombre se
adjudicaba el título de “profeta”. Me
preguntó por mis hijos y le comenté que hasta ese momento Dios no me había
bendecido de esa manera. Inmediatamente
me dijo que él me profetizaba que “a
fines de ese año estaría embarazada”. Le
di las gracias y me dijo: “Sin fe no vas a quedar embarazada”. Yo le respondí
que yo sí tenía fe, fe en Dios. Es el
2016 y sigo teniendo fe. Esa no fue la
primera ni la última “profecía” que he recibido de personas que no me conocen y
que me hacen sentir que yo tengo que tener fe en ellas para que se haga el milagro.
Hace un
tiempo mi esposo y yo estuvimos sirviendo en un trabajo misionero en la República
Dominicana. La pastora que nos atendió
era un amor y nos recibió con los brazos abiertos. Con mucha sinceridad nos
hizo la pregunta del millón (la de los hijos).
En uno de los cultos en su iglesia comenzó a proclamar que alguien en
ese lugar estaba embarazada y que ella iba a orar por esa persona. ¡Me alegré mucho por esa persona! Pero de repente pasó lo que nunca he querido
que me pase: ¡Me pidieron que pasara al
altar porque, por fe, yo era la embarazada!
No sabía qué hacer, y en lo más profundo de mí, me pregunté: “Pues ¿qué pierdo
al tener esperanza en esa fe que están proclamando?”. Fui al altar; en primer lugar por respeto, y
también porque anhelaba que fuera cierto.
Otra parte de mi decía: “Anyra, cuida tu corazón”. Dejé que oraran por mí, y por fe decidí
guardar esa esperanza. Pasó el tiempo y
mi corazón fue lastimado una vez más.
Créanme, no nos falta la fe.
En un Día
de la Madre vino a cantar a nuestra iglesia una cantante de mariachi. Ella pidió que todas las mamás pasaran al
frente. Pues, obviamente, yo no soy mamá
y no pasé. Después la cantante comenzó a
buscar entre las que estaban en el frente a la esposa del pastor. Como no la encontraba preguntó: “Bueno, ¿dónde
está la esposa del pastor?”. Todas me señalaron con pena, ¡y yo ahí sentada
queriendo salir corriendo! No sé que
pasó, tal vez ella no es buena con las matemáticas, pero si las mamás ya
estaban paradas y yo sentada, pues ¡tal vez eso quiere decir que no soy mamá! Después me pidió que la acompañara y yo, por
respeto y para no causar un escándalo, me levanté y pasé. Ella me comenzó a cantar una canción para
mamás y empezó a pedirles a las hermanas: “Vayan a darle un abrazo especial por
que ella no solo es mamá pero también es esposa de pastor”. ¡Trágame tierra! Ahí enfrente de toda la iglesia fui humillada
y lastimada. Solo tenía malos
pensamientos para esa mujer. ¿Cómo pudo humillarme de esa manera?
Quiero
compartir solo una parte de tantas historias que he vivido para ayudarles entender
un poquito de lo que pasamos.
También
he pasado momentos hermosos donde aprendí mucho de personas que son sinceras y
amorosas.
Hace
unos años estaba en Colombia con una tía de mi esposo; una mujer sabia y de
gran fe. Ella, con amor y sensibilidad,
nos preguntó si teníamos planes de tener hijos.
Nosotros le explicamos que ese era un anhelo de nuestro corazón, y le
compartimos del dolor que hemos vivido.
Le compartí que era muy difícil escuchar lo mismo de siempre: “Espera el
tiempo de Dios”, como si eso fuera un premio de consolación. ¡Y ella me sorprendió! Me dijo con mucha convicción: “No, no esperes
el tiempo de Dios”. ¿Que qué me dijo?
“No esperes el tiempo de Dios, tú DESCANSA en el tiempo de Dios”. Me quedé callada
y me puse a considerar cuál era la diferencia.
Días
después, durante mis oraciones y mi tiempo devocional, Dios me reveló qué quiso
decir la tía con eso de “descansar en el tiempo de Dios”. Dios, por medio de su Palabra y de la tía, me
dejó entender que esperar y descansar son dos cosas diferentes. Me imaginé en una alberca, relajada y
flotando boca arriba. Ese es uno de mis
pasatiempos favoritos porque en esos momentos solo me dejo ir, sin preocupación
ni ansiedad. Así me quería Dios. Dios me
enseñó que no era que yo no tenía “suficiente fe” sino que él me estaba
invitando a descansar en su tiempo, su soberanía, su plan, su voluntad.
Esto no
quiere decir que ya no me duele o que ya me rendí; al contrario sí me duele,
especialmente cada vez que escucho la noticia de un embarazo, o en el Día de la
Madre, o en el Día del Padre, o cuando veo a familias jugando con sus niños, o cuando
algunos padres no cuidan a sus hijos o se quejan de ellos. Y más aún cuando veo
a niños sin padres. Pero Dios me invita
a batallar con él, a llorar con él y a descansar en él. No sé por qué, no entiendo por qué, pero de
algo sí estoy segura: que Dios en su voluntad sí sabe por qué. Y yo tengo fe en que Dios, en su soberanía,
no nos ha permitido ser padres (por embarazo o adopción) hasta ahora porque él
así lo ha planeado, y si esa es su voluntad yo descansaré en ella.
Por último, les dejo unos consejos:
·
Lo mejor que pueden hacer por personas que sufren de infertilidad es
ORAR. Oren por personas con ese duelo
pidiendo que Dios nos traiga descanso en su perfecta voluntad.
·
Si han conocido a la pareja por bastante tiempo no les pregunten a
cada rato.
·
No nos digan que no tenemos fe o que no tenemos suficiente fe. Jesús
dijo que si tuviéramos la fe del tamaño de un grano de mostaza podíamos mover
montañas.
·
Si usted se considera profeta, y Dios le ha iluminado, pídale a Dios
que sea él quien nos de la noticia de un embarazo, ya que por medio de Cristo
tenemos acceso personal a Dios para recibir sus mensajes.
·
Iglesia, consideren a las familias sin hijos cuando celebran el Día de
la Madre o el Día del Padre; consideren su dolor y sean sensibles. También consideren a las familias que solo
fueron padres por un poco de tiempo y que sus hijos ahora están con Dios.
·
Cuidado con sus consejos, es mejor no darlos si no se los piden.
·
Tampoco sugieran que adopten
solo por que usted tiene una conocida que quedó embarazada después de haber
adoptado. Yo trabajé con familias en adopción, y de todas las que adoptaron por
infertilidad tal vez el 1% quedó embarazada después.
·
No hagan bromas en cuanto a “regalarme a sus hijos”. Los niños no son
para regalar; el dar un hijo en adopción es una decisión muy dolorosa y debe
ser una de las últimas opciones para madres o familias.
·
No todos deben adoptar y no todos pueden adoptar. La adopción de un niño puede ser complicada,
y debe ser un llamado de Dios.
·
No me traten diferente o no me hagan sentir inferior; todos tenemos
duelos, pero sigo siendo una persona normal, como usted. Compartan sus alegrías, su noticias, su amor
de familia; invítenme a sus baby showers,
fiestas, etc.
·
Tal vez no soy madre pero eso no me hace menos persona, ni menos capaz
de servir a Dios en el ministerio.
·
Recuerden que la infertilidad causa un gran dolor, a veces duele más
unos días que otros.
Mujer:
si tienes suficiente fe, descansa en el tiempo de Dios. Estoy orando contigo y por ti.